domingo, 13 de octubre de 2013

Va una de leyenda

Hace algunos años escribí este texto, que no llegó a publicarse, para una revista de turismo. Aprovecho para darlo a conocer ahora, por la relación que tiene con mi novela. Se trata de mostrar un bonito rincón de Ávila a través de una leyenda que ha sido recogida por otros autores, y que es muy conocida en Ávila.

La Calle de la Vida y la Muerte


Ávila de los Caballeros, de fundación medieval, aunque con antecedentes calcolíticos, celtas, romanos y visigodos recibió tal denominación por la ciudad vetona y por la caballería villana que albergaron sus muros. La hidalguía abulense procedía en gran parte de esa gente que arriesgaba su vida y su hacienda al repoblar una zona fronteriza y de los cuales eran caballeros aquellos que contaban con un caballo y pertrechos para ir a la guerra, diferenciándose de la antigua y anquilosada hidalguía leonesa.

Eligiendo entre los abundantes rincones singulares de Ávila sobresale por su arquitectura, leyendas y misterio la calle de la Cruz Vieja o de la Vida y la Muerte. Ésta es una vía típica de la época del renacimiento. Oscuro callejón estrecho y recóndito en pleno centro de la ciudad, en su parte más alta, que ciñe el perímetro de la Catedral por el suroeste, bordeando su claustro gótico. La calle está de espaldas a la zona noble de la fachada catedralicia, la cual se rodea de palacios civiles y episcopales. De forma sinuosa recorre las paredes del claustro en un estrecho zig-zag. El claustro se remata en lo alto con robustos machones y bellas cresterías atribuidas a Vasco de la Zarza y a Viñegra.

Se elevan enfrente de la Catedral, al comienzo de la calle, los muros del palacio de los Valderrábanos, con sus huertos y corrales. Continuando la fachada del claustro se sitúa la puerta del Noveno, noble entrada en piedra que da acceso a un patio anejo a la Catedral, con un arco de medio punto y las grandes dovelas características de los palacios renacentistas abulenses. La calle se completa con otras construcciones de menor entidad, y desemboca en la plazuela del desaparecido Alcázar.

Un nombre tan enigmático –la Vida y la Muerte– se justifica por dos medallones superpuestos, esculpidos en las cresterías del claustro y visibles desde esta calle. Representan una calavera con descarnados brazos sujetando una guadaña y abrazando a un doncel, simbolizando la Muerte y un busto de una joven que simboliza la Vida por contraposición.



También fue denominada calle de la Cruz Vieja, por una antigua cruz de madera colgada en un recodo. Era corriente en épocas pasadas, que en los callejones inhóspitos aparecieran elementos de devoción para persuadir a los hidalgos de dirimir sus diferencias en estos lugares apartados, cuando no de evitar que los rufianes cometieran zafiedades o simplemente aliviaran sus necesidades físicas.

Una calle como esta, escondida, sinuosa y mal iluminada se prestó, sin duda, a servir de escenario a las disputas y retos de honor de los fogosos caballeros abulenses, que protagonizarían granados lances de capa y espada. Como ilustración de ello rescataremos una leyenda que da sabor y ambiente a este singular espacio.

Cuenta la leyenda, tal vez historia, o historia revestida de leyenda, que el pintor, residente en la ciudad, Cristóbal Álvarez  hacia 1520 se dedicaba a restaurar los retablos de la catedral y, en una de sus tablas, plasmó en secreto el rostro de su amor platónico doña Beatriz Dávila, hija del Capitán General de los ejércitos del Emperador Carlos V.

El pintor acudía todos los días a la catedral a observar el rostro de su amada, como si de una devoción religiosa se tratara. Pero su secreto fue pronto descubierto por un rival en el cortejo de la dama, un vástago de la noble casa de Los Águilas. La disputa sangrienta entre los rivales se produjo en los recovecos de la calle de La Cruz Vieja, donde el pintor acabó con la vida del hidalgo, teniendo a continuación que abandonar la ciudad huyendo de la justicia y la venganza.


De Cristóbal Álvarez se dice a continuación cómo en tierras flamencas, donde se había alistado como soldado, se encontró con el nuevo prometido de doña Beatriz, quién reconociéndolo estuvo a punto de matarlo, en una desigual pelea. Pero quiso la suerte que, cuando Cristóbal esperaba la estocada que iba a poner fin a su existencia, el prometido de doña Beatriz echara en falta una joya, regalo de su madre, perdiera la concentración, aplacase su cólera y perdonase la vida al pintor. Cristóbal, que no llegó a escarmentar por el suceso, regresó a Ávila con la intención de conjurar su obsesión forzando a la dama. Pero este acto fue impedido por un hecho sobrenatural. Cuando el pintor acechaba a doña Beatriz, sentado sobre un sepulcro a la puerta de la basílica de San Vicente, se apareció el fantasma del abuelo de su amada, ya que era suya la tumba. El espectro le pidió seriamente que no llevara a cabo su propósito.

Cristóbal había estado tres veces entre la vida y la muerte a causa de una dama. Primero en la calle de la Cruz Vieja, donde triunfó, enviando al otro mundo a su rival. Más tarde salvando su vida en Flandes, cuando ya la daba por perdida. Por último cuando un ser de ultratumba le reconvino de cejar en su felonía.

                                            (Óleo sobre lienzo de Cristina Medina García)

Y, esta vez sí, el susto llevó a Cristóbal a recapacitar y replantearse su existencia, decidió la vida ascética y se retiró del mundo en el monasterio abulense de San Francisco. Se cuenta que desde allí encargó a un escultor amigo suyo la ejecución de los dos medallones pétreos que dieron a la calle la denominación de la Vida y la Muerte, y que dan sentido y significado a este singular tramo urbano, con la filosofía duramente acrisolada de un amante despechado.

Ávila, marzo de 2003        
Cristóbal Medina Montero


sábado, 5 de octubre de 2013

Booktrailer

Queda todavía un mes para que presente mi novela, pero no me resisto a enseñar en este blog el vídeo –o booktrailer– que me ha hecho la empresa abulense 4sound&vid . Es genial, espero que os incite a la lectura y que luego ésta no os defraude. Poned a tope los altavoces, son sólo dos minutos:


Perdonadme que esta semana no me coma el coco con algún tema peregrino, como la violencia, la profesión de novelista o del aprendizaje del Inglés.

Y, como de promoción va la cosa, os dejo aquí un enlace a mi página web: http://cristobalmedina.es/ . Y una invitación para que  os sirva de recordatorio para acudir a la presentación:



P.S.: Soy totalmente incoherente, es uno de mis múltiples defectos, por eso el título de esta entrada está en la lengua del Imperio.