miércoles, 17 de diciembre de 2014

Lo que escondía la sacristía

Ha pasado mucho tiempo, hoy tengo ochenta y cinco años y entonces contaba con apenas siete, pero aún recuerdo aquello como el hecho más traumático de mi vida, algo que me marcó profundamente y que aún sigo viendo en mis pesadillas.

Yo era una niña feliz y despreocupada, a pesar de la dureza de los tiempos. Además, fantaseaba con estar haciéndome mayor, ya que en la siguiente primavera tomaría mi Primera Comunión, para lo cual asistía cada tarde a la iglesia. Allí el párroco, o a veces otro cura, nos daba catequesis, haciéndonos memorizar los Diez Mandamientos, el Padrenuesto, el Avemaría y el resto de las oraciones.


Una de esas tardes, acabada la catequesis, se marcharon el resto de niños y yo me quedé esperando sola en la enormidad del templo oscuro, aunque acogedor, y me concentré en hablar directamente con Dios, ofreciéndole dedicar toda mi vida a su santa causa. Esperaba a que mi madre saliera de la sacristía, donde había entrado con otras mujeres… Ignoraba a qué. Ella me dijo que no quisiera saber lo que no me importaba. Recuerdo quiénes eran las otras mujeres, pues a todas las conocía. Mi tía Elena, y dos vecinas del barrio, doña Luisa y Petrita. Todas solteras, menos mi madre. Lo cierto es que el sentirme como una niña mayor, y no como una mocosa a la que no tuvieran que darle explicaciones, alentó por primera vez en mí la rebeldía de la que hoy en día me siento muy orgullosa, pues ha marcado toda esta vida que hoy se agosta. Pero esa primera insurrección me ocasionó mucho sufrimiento.

Después de haberme consagrado mentalmente a Dios, y haber repasado con éxito todo el repertorio de oraciones que conocía de memoria, comencé a impacientarme con la tardanza de mi madre. También influyó el que aún no había merendado y tenía hambre. De ahí surgió el punto subversivo, pues me planteé que no podía haber motivo justificable para tenerme esperando fuera, mientras yo escuchaba sus alegres conversaciones y risas. Bueno, la verdad es que no entendía nada, tan sólo me llegaba el murmullo de voces.

Desobedecí. Hoy me pesa; entonces me hizo sentirme mayor y responsable de mis actos.  La sacristía estaba precedida de una antesala cuya puerta estaba cerrada. La abrí y entré. La siguiente puerta que interceptaba la sacristía estaba entreabierta y un chorro de luz escapaba por la rendija. La empujé y entré. Fue mi tía Elena la primera que advirtió mi presencia y gritó:

- Esa niña, ¿pero cómo dejáis que entre?

Ceñí el semblante, retadora, dando a entender que tenía todo el derecho a participar del secreto que ellas guardaban.

-Dejadla -dijo Petrita-, ya no es una niña pequeña.

Y siguieron a lo suyo, desentendiéndose de mí.

Lo que más me extrañó es que mi madre no le diera importancia y mi estado de ánimo desafiante me impidió darme cuenta enseguida de lo que estaban haciendo. Tardé. Tardé un poco pero, para mi desgracia, lo supe.

Tenían en el suelo a la Virgen, y la habían desvestido para repasar los bordados de sus bellos vestidos. Me extrañó que estuviera tan indignamente postrado aquel ser sobrenatural que yo tanto amaba y al que tanto había rezado con fervor en variadas ocasiones. Vi la imagen con su rostro hermoso, pulido  bellamente y el gesto impertérrito de dolor. Sus manos, igualmente perfiladas, eran muy finas. Pero el resto eran unos toscos maderos, mal rematados, formando un armazón que servía para sujetar los vestidos, cabeza y manos…



En ese momento perdí la inocencia... Y la fe. Lo cual causó que mi Primera Comunión fuera decepcionante y, desde entonces, no puedo ver una procesión de Semana Santa, sin pensar que sólo se trata de muñecos. Guardé mi desencanto como un gran secreto que me ha martirizado durante toda mi vida y hoy, cuando recapitulo mi vida, me atrevo a sacarlo a la luz por primera vez.

lunes, 1 de diciembre de 2014

El señor alcalde y sus hijitas

Me permito comenzar con un chiste de mi cosecha, que fue publicado hace poco en una página web con la que colaboro, avilabierta.com, decía así:

“Haciendo running, me topé con mi coach, que me dijo que iba de shopping y me pidió que le prestara el smarkphone, porque el suyo estaba missing. De repente un senior hizo un speech que no entendí: ‘¡Vaya un par de gilipollas!’ ”

Poco después me sorprendió la casualidad en una red social, al ver publicado algo parecido. Lo inserto a continuación sin tapar el nombre del autor, para que se le atribuyan sus méritos:


Muchos tomarán la palabra “gilipollas” como algo soez o grosero, o cuando menos malsonante, pero está justificada porque su sonoridad se ajusta muy bien al tipo de personas a las que definen las dos chispas de humor. De todas formas me permito relatar brevemente de dónde viene esa palabra, si es que no estoy equivocado, ya que no he comprobado que la anécdota sea real, ni falta que hace, “no dejemos que la realidad estropee una buena historia”, como ya dijo alguien.

Se cuenta que un alcalde de Madrid, en el siglo XIX, llamado Gil, tenía dos hijas poco agraciadas, a las que se les pasó la edad casadera. El amor paterno le indujo al buen hombre a “exhibirlas” en todo tipo de reunión social a la que fuera invitado, para ver si las encontraba pretendiente. Por otro lado hay que aclarar que la palabra “polla”, no tenía entonces el significado de hoy en día, ni sus connotaciones indecorosas. En la época de la anécdota a los jóvenes solteros se los denominaba “pollos” y a sus equivalentes femeninas “pollas”. Así el calificativo de pollitos o pollitas, no era en absoluto insultante. Pues bien, cuando nuestro preboste entraba en la reunión social al efecto, acompañado de sus dos hijitas, era presentado como don Gil y pollas. La guasa castiza comenzó a burlarse del buen hombre, denominando “Gil y pollas” a cualquier convecino bienintencionado aunque simple.

Así, en mi lucha quijotesca por la preservación de nuestra hermosa lengua castellana, propongo denominar sin pudor, con el calificativo de gilipollas a todo aquel que, aún sin ser consciente, trabaja a marchas forzadas para su destrucción y desaparición. Pues la lengua de Cervantes no se merece tamaña felonía.

Todos los idiomas, y el nuestro también, están vivos e integran barbarismos que los enriquecen. No lucho contra ellos, pues hay conceptos que o se importan o se inventan. Mi lucha se centra en esas toneladas de voces innecesarias, que no sólo no se necesitan por innecesarias, sino que acabarán por enterrar una lengua hablada por más de 500 millones de personas y que es la tercera del mundo mundial, de lo cual deberíamos sentirnos orgullosos. Y demostrarlo.

De qué coños nos sirve la palabra ránin (running) si ya tenemos correr, o jol (hall), pudiendo usar recibidor, o mejor aún zaguán, más sonora y castiza. Las que hemos admitido correctamente son aquellas que no teníamos, como Whisky o scaner, las cuales adaptamos sin rubor alguno como güisqui y escáner.

Por tanto, ojo, esas nuevas adopciones han de tomar la idiosincrasia del idioma receptor. Si no se hiciera así se acabaría con la coherencia de la lengua. Cómo vamos a establecer que la letra jota es aspirada si luego escribimos Jonathan (léase jo-ná-tan) y pronunciamos Yónatan, Yénifer o Yudit. O cómo vamos a imponer una hache muda, si después decimos Sájara, en lugar de lo que hemos escrito, Sa-ha-ra.

Aclaremos que existen dos formas correctas de pronunciar un extranjerismo, o bien leyéndolo tal y como se pronunciaría en Castellano (por ejemplo, Renault y Carrefour se pueden decir Renául y Carrefo-ur…) o bien tal y como se pronuncian en el idioma de origen (Renó, Carfú…). Aún así, no faltan gilipollas -entendamos ignorantes bienintencionados- que se inventan una pronunciación inexistente, ilógica e irracional (Renol, Carrefur…). “Allá ellos con su falta de ignorancia”, que dijo Cantinflas.


Para que en el lapso de unas décadas no desaparezca la lengua que dio los hermosos versos de San Juan de la Cruz, propongo a todos los que se quieran unir a mi cruzada, que cada vez que se encuentren con un “snob” diciendo algo como que se va de shopping le llamemos a su misma cara, y cariñosamente por supuesto, pedazo de gilipollas, acordándonos del entrañable alcalde madrileño y de sus hijitas. Si no tenemos la confianza suficiente para tal exabrupto, no hace falta que pronunciemos palabra alguna, bastará con una sonrisa de oreja a oreja, que comprenderá, si no él mismo, otro de nuestros correligionarios. Que, o somos millones en poco tiempo, o ya podemos ir elaborando un réquiem a la hermosa lengua castellana. What I mean?

lunes, 17 de noviembre de 2014

39 años

Esta semana se cumplen 39 años de la desaparición del dictador.

Pertenezco a una generación, la de los nacidos en la década de los sesenta del siglo pasado, que fuimos educados en la sociedad de los vencedores, donde nos enseñaron una historia manipulada, que hablaba de destinos imperiales y de reserva espiritual de Europa. Algunos lo creímos de momento, ya que nuestros mayores no se atrevían a hablar de política y mucho menos a criticar a los vencedores que tenían la sartén por el mango.

1961

La generación anterior a la mía fueron niños de la guerra y padecieron las penurias del hambre, la generación precedente a ésta sufrió la guerra en toda su crueldad. Con el paso del tiempo no voy a hablar de malos y buenos, pues hubo crímenes en los dos bandos, pero es necesario hacer siempre una importantísima salvedad. En un bando hubo muchos más crímenes que en el otro, precisamente en el bando que llevó bajo palio al dictador. Y otra más importante, el bando que acabó imponiéndose debe llevar la condena de haber sido el que desató la canallesca guerra de forma premeditada, con una traidora rebelión a un sistema democrático que también les dejaba gobernar a ellos, pero que se metió en justas reformas de los pilares que sostenían la sociedad desigual sustentada por una burguesía aristocrática y rural. Esos pilares intocables fueron la reforma agraria, la militar y, sobre todo, la religiosa y educativa.

1969

Al frente de la nueva sociedad, nacida de la injusticia y la sangre, se puso un general bobo, de mente simple, que consolidó su poder usando la mano implacable de la represión. Durante la guerra, hubo penosas batallas en el frente, grandes matanzas en la retaguardia; después, la soberbia de los vencedores, y encarcelamientos, torturas y fusilamientos en los años cuarenta, en los cincuenta, en los sesenta y más… Mi generación fue educada en la ignorancia de esa ignominia y nos hicieron creer que éramos un pueblo con un Destino en lo Universal. Pero no nos lo creímos. A pesar de las consignas, el orgullo de ser españoles estaba por los suelos. Cualquier cosa del extranjero era buena y lo español una basura. Nuestro cine lo constituían españoladas, nuestros coches de la SEAT eran malas imitaciones, que no podían competir con los extranjeros, nuestros deportistas, ridículos, con la salvedad del fútbol del régimen, que una vez ganó a los rusos. Éramos bajitos y paletos, feos y malhumorados, acomplejados y perdedores…

La revolución económica de los años sesenta, se debió a las ganas de trabajar de los hijos de los que perdieron la guerra, sobre todo en el extranjero, desde donde nos enviaban divisas, y también a la ruptura de la casposa moral, que supuso la entrada del turismo. España no progresó con Franco, sino que progresó a pesar de él.

1974 (yo soy el de la izquierda)

No puedo hablar más que por referencias de lo que vivieron mis abuelos en la guerra, de la que nunca me hablaron; del hambre que pasaron mis padres en la posguerra, pues en mi mesa nunca faltó de comer. Pero sí puedo hablar del país gris que conocí, pues cuando murió el dictador yo estaba a punto de cumplir los quince años y ya había comenzado a utilizar mi mente para pensar.

Ahora que algunos se sumarán a manifestaciones de banderas con el águila de san Juan y celebraciones conmemorativas el veinte de noviembre, otros brindaremos por el hecho de haber pasado la mayor parte de nuestra vida fuera de ese asfixiante ambiente de la dictadura, donde todo era tan gris. Para el cuarenta aniversario habrá que preparar algo grande, tal vez “Podemos”

Tengo un cajón de versos guardados, que quizá un día me atreva a sacar a la luz en un libro. De momento, hoy extraigo uno de ellos, basado en mis impresiones de esa etapa de mi vida en que comencé a conocer el mundo que me rodeaba.

¡Qué tierra tan triste
donde todo es tan gris!
La vida es en blanco y negro
y su mezcla da gris.
Blanco el pan y las sábanas
y negro el país.
La máquinas negras cosechan
un trigo muy gris,
que crece escapando
de negra raíz.
Gris es el cielo
que encapota los sueños
de tanto infeliz.
Si blanca es la hostia,
negra es la sotana,
y Dios viste gris.
Gris es la vida,
grises las montañas,
el futuro es muy gris.
¡Qué vida tan triste
donde todo es tan gris!

domingo, 2 de noviembre de 2014

Narrativa Gráfica II

¿Qué es la Narrativa Gráfica?

Algunos pueden pensar que no hace falta romperse la cabeza, porque está claro que la Narrativa Gráfica son los tebeos, el comic, la bande dessinée, el manga… Pero, ¿estamos seguros de que sabemos de qué hablamos? ¿Un chiste gráfico de una sola viñeta, con su bocadillo, es un fumetto? Pienso que no, aunque reúna imagen y texto. ¿Es una bande dessinée el Tapiz de Bayeux? Estoy convencido de que sí. ¿Es un comic-book un libro con una recopilación de chistes de un ilustrador? Pues va a ser que no. ¿Una película de dibujos animados es un manga? Es cine o anime, no narración ilustrada.

Tapiz de Bayeux, gran lienzo bordado del siglo XI de casi 70 metros de largo que relata, mediante una sucesión de imágenes con inscripciones en latín, los hechos previos a la conquista normanda de Inglaterra, que culminó con la batalla de Hastings. El original se encuentra en el Musée de la Tapisserie de Bayeux en Normandía

Todavía hay quien piensa que el cómic nació cuando a alguien se le ocurrió juntar un dibujo y un texto. Y está en un grave error. Para tener las cosas claras, resolvamos la cuestión con cuatro sencillas preguntas. Comencemos por la más importante.

¿Una sola imagen basta?

Una sola imagen es incapaz de narrar una historia, aunque una sola imagen puede expresar más de lo que contiene. Un ejemplo, el cuadro Las Hilanderas de Velázquez representa un taller de hilado, con unas operarias en primer término y unas clientas al fondo observando unos tapices. Pero Velázquez cuenta mucho más que eso, pues hace un guiño a la mitología. Si damos la vuelta a la interpretación y destacamos la escena del fondo como principal, tendremos otra lectura. La mitología cuenta que la diosa Palas, que pregonaba ser la mejor hilandera del mundo, retó a una artesana muy hábil, Aracne, a hacer un tapiz más bello que ella. Aracne tuvo la osadía de representar los vicios de los dioses, tejiendo el Rapto de Europa. El atrevimiento le costó a la orgullosa artesana que Palas la castigara convirtiéndola en araña para que tejiera toda su vida. Y esa historia la podemos ver en el cuadro, porque al fondo está Palas levantando el brazo, para convertir en araña a la desafiante artesana, por delante del tapiz del Rapto de Europa. Esta escena es observada por unas testigos, que pudieran ser el jurado del concurso textil, efectuado en un taller que es representado como escena costumbrista en primer término. Existe la posibilidad de realizar otras lecturas pues, intencionadamente, el barroco Velázquez no ha querido dejar claro si Aracne y Palas son personajes del cuadro o están representadas en el tapiz colgado de la pared.

Las Hilanderas. Velázquez. Museo del Prado

¿Nos ha contado Velázquez una larga historia con una sola imagen? Creo que no, porque esa historia que deducimos no está narrada, simplemente está insinuada; se nos da pie a que la desarrollemos intelectualmente partiendo de unos conocimientos previos que debemos tener. Pero la narración la realiza el observador, o alguien que le explica a ese observador lo que otros han vislumbrado.

Para que exista una narración gráfica tienen que ser las imágenes las que desarrollen la historia, y eso es imposible hacerlo con una sola viñeta; por tanto tiene que haber una secuencia de figuraciones, lógicas y consecutivas, que nos informen de algo; tienen que existir, imperativamente, al menos dos.


¿Es necesario que exista texto u otros convencionalismos?

El texto no se necesita, evidentemente, ya que las que narran son las imágenes, pero puede enriquecer la narración, tanto encerrado en bocadillos -que expresan diálogos directos- como en cartelas -que dan la voz de un narrador-. Y lo mismo ocurre con el resto de convencionalismos, como onomatopeyas -que “hacen ruido”- y líneas cinéticas bordeando figuras en movimiento. Con estos añadidos conseguimos verlo y oírlo mejor, pero con las secuencias “mudas”, tenemos suficiente para disfrutar una narración gráfica, que sea perfectamente legible.

¿Es preciso que esté publicado?

Es decir, ¿si no pasa por la imprenta no es un comic? Estoy convencido de que no se necesita la publicación, porque el hecho de ser publicado no le da carácter, no cambia el original, y si un original puede leerse, también es una narración gráfica. Pensemos en un autor que tarda meses, por ejemplo, en publicar una obra que es genuinamente una figuración narrativa; pero en ese periodo de tiempo ha dejado los originales a sus amigos para que lo lean. Cada amigo es tan lector de la obra como los desconocidos que la vean publicada.


Por lo tanto no es necesaria la publicación para que una larva de narración se convierta en obra concluida con su difusión impresa. Sin embargo una narración gráfica no pierde en absoluto, sino que gana con su publicación, porque no solamente aumenta indefinidamente el número de potenciales lectores, sino que se pueden añadir los recursos de la impresión mecánica, tramados, colores artificiales, etc.

¿Es imprescindible definir los materiales de realización?

Es decir, ¿se deben utilizar exclusivamente papel y tinta? Pero, ¿para qué introducir limitaciones artificiosas? Si alguien a través de imágenes consecutivas y coherentes tiene intención de narrarnos algo, ¿para qué vamos a estar excluyendo las que no cuenten con papel y tinta? Pongamos que un libro tiene dos o más bajorrelieves escultóricos fotografiados que representan escenas que transmiten información narrativa, ¿no tenemos un libro que contiene figuración narrativa? Pues si es narración gráfica para el lector del libro, también lo será para el observador directo del bajorrelieve esculpido.

Mi conclusión.

Para que exista Narrativa Gráfica lo único imprescindible es que haya una disposición ordenada de, al menos, dos imágenes consecutivas y coherentes, que narren o expliquen algo, independientemente del material en que estén realizadas. Partiendo de este mínimo se puede enriquecer, si lo quiere el autor, con mayor número de secuencias, conformando tiras y/o páginas, o añadiendo convencionalismos gráficos, como palabras, líneas cinéticas y viñetas. No hay que ir a buscar, por tanto, la unión de imagen y palabra, sino de imagen e imagen y, además, ni siquiera es necesario que esa sucesión sea de secuencias cronológicamente consecutivas, con tal de que tengan sentido.


La recomendación: El invierno del dibujante, de Paco Roca, Astiberri Ediciones, 2010, Bilbao.

El premiado dibujante valenciano, Paco Roca, que cuenta en su haber con éxitos como Arrugas oMemorias de un hombre en pijama, nos recrea “la España de 1957 donde ser historietista era un oficio”. Un brillante repaso a una ciudad, Barcelona, a una famosa editorial que tenía un gato por logo y a unos autores de tebeos, auténticos artistas con trabajo de artesanos que producían la evasión de la realidad oscura de la dictadura, fundamentalmente dirigida al público infantil y juvenil. La historia cuenta cómo cinco de los más afamados historietistas se rebelaron contra un sistema de trabajo esclavista, que les obligaba a desprenderse de sus dibujos originales y a los consecuentes derechos de autor. El dibujo sencillo de Paco Roca nos hace vivir esa lejana época, que parece sacada del NODO, describiendo unos ambientes, que superan el esquematismo para convertirse en muy reales.


viernes, 17 de octubre de 2014

Visca Catalunya lliure

¿Qué es mejor quedarse callado o decir lo que se piensa? En ocasiones lo más beneficioso para uno es callarse lo que se piensa pero, cuando me planteé este blog, lo hice con la premisa de utilizar todas mis facultades intelectuales -si las tengo-, además de ser sincero con mis palabras. Por ello voy a exponerme, una vez más, a que me crucen la cara por no ser políticamente correcto. Hablaré de Cataluña y su derecho a ser una nación independiente.


Tengo la firme convicción de que las dos enfermedades mentales más perjudiciales para el ser humano, y no sólo para quienes las padecen, son el integrismo religioso y el nacionalismo. Así sin paliativos. Las pruebas son tan evidentes que ni siquiera es necesario que justifique esa afirmación. Esas dos lacras por separado o juntas -nacionalismo y/o religión- están en el germen y el motor de todas las guerras y desastres humanos, desde que el mundo es mundo y el ser humano es ser inhumano. Y quién no opine igual tendrá que justificármelo.


Creo que tales disfunciones mentales provienen de un planteamiento plano de la existencia. Es decir, de gente que sólo ve las cosas en dos dimensiones y piensan que no es posible verlas de otra manera. Si miramos un objeto en dos dimensiones (foto, dibujo…) veremos algo geométrico (cuadrado, triángulo, círculo…) y de un color -o colores- determinados. Con ello nadie puede discutirnos lo que estamos viendo, porque es lo que estamos viendo. Pero la realidad no es plana, es tridimensional y el objeto que desde un punto de vista es circular, desde otro puede ser triangular, y si se ve rosado desde un lado, al otro puede ser azulado. Así dos individuos mirando desde dos lugares verán cosas aparentemente diferentes, por mucho que se trate de lo mismo. Las personas inteligentes son -somos- conscientes de este fenómeno y respetan -respetamos- la postura de los que no piensan como ellos -nosotros-, tratando de encontrar vías de diálogo y entendimiento. Los integristas -religiosos o nacionalistas- descalificarán a quien no vea lo mismo que ellos, llegando al extremo de la guerra santa, la inmolación, o cuando menos el insulto y la descalificación.


Creo que Cataluña tiene el derecho a decidir si quiere seguir integrada en la nación española, y tienen el derecho de decidirlo aquellos que viven en dicha región/autonomía/nación. Pienso que no pasa nada por reducir el tamaño de nuestro país; Suiza es más pequeña que Castilla y es un país independiente mucho más rico. Por otro lado estimo que si se independizan resultarán más perjudicados ellos que el resto porque, aunque crean que aportan a la economía española más de lo que reciben, deberían mirar del otro lado y verían que a cambio tienen un gran mercado donde vender, que perderían si dejaran de ser españoles.


¿Por qué veo las cosas así? Por favor, si has leído hasta aquí, déjame explicarme brevemente. La soberanía está en el pueblo, la gente del pueblo tiene varios estamentos en los que se organiza, su familia, su comunidad de vecinos, su barrio, su ciudad, su región, su país, continente… El poder político democrático funciona desde abajo hacia arriba, llevando a dar más importancia, porque la tiene, a las instituciones más cercanas a las personas. Yo me identifico completamente en los estadios inferiores a la ciudad, por encima de ella hay mucho que discutir. Por ejemplo, los abulenses nos reconocemos en el Mercado Grande, el Soto, el Arco de San Vicente, en próceres como Topamí, y un segmento de paisajes, situaciones y circunstancias que un cacereño no entendería. Por otro lado, me siento más cercano a un madrileño, de otra comunidad, que a un soriano, de la mía. A un mexicano, de otro continente, que a un alemán, del mío. ¿Se me entiende? Por encima de la ciudad todo es artificial y negociable.


Los países se han formado de muchas formas, pero muy pocas tienen que ver con ese sentido democrático de organización. El motivo principal ha sido el histórico y, si lo repasamos, la historia nos muestra a unos reyes, con sentido patrimonial de sus dominios, peleándose con otros reyes en nombre de los pueblos o creencias que representaban, pero siempre y prioritariamente, en nombre de sus intereses de poder y riqueza. Siempre. En todos los casos. Lo reconocieran o no. Lo supieran o se engañaran con grandes ideas.


Así, España, es lo que es por dos motivos: los Reyes Católicos y Felipe V. Por sus intereses personales, vamos. Las bases están en la guerra castellana entre Isabel “la Católica” y Juana “la Beltraneja”, que la ganó la primera, uniendo Aragón a través de su matrimonio. Si la hubiera ganado Juana, entonces España sería la unión de Castilla y Portugal, quedando Aragón, con Cataluña, como otro país peninsular y quién sabe a quién de los dos se hubieran agregado Navarra y Granada. Estas son las bases pero no la creación de España, la cual procede de 1714 cuando en otra guerra de intereses de los ricos (reyes/nobleza) se impuso FelipeV y acabó con la independencia parlamentaria y fiscal de los países de la corona de Aragón, uniendo políticamente sus destinos al resto. Ver en ello el plan de Dios, es al menos tan interpretable como la existencia misma de ese Dios.


Niego que seamos una nación por la gracia de Dios. Somos lo que ha traído el devenir del tiempo histórico. Y si una parte de los habitantes del territorio no se sienten a gusto como españoles es que no lo son de hecho y lo menos que debía ocurrir es que les dejaran expresarse, para que esa decisión tuviese consecuencias. Si luego resulta que una mayoría de ellos se sienten españoles, no hay más que esperar a que vuelva a surgir el deseo de separación para volver a preguntarles. No volverían a sentir resquemor por el centralismo, porque en sus manos está su destino. Así sólo serían españoles los que amaran a España. Y los que no, mejor tenerlos de buenos vecinos, que de compatriotas renegados.


No hay más camino democrático, que la democracia de abajo a arriba. Lo demás es cosa vana.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Neolítico

Ya nada es como antes, pero no podemos seguir así. Esto tiene que cambiar.


En tiempos pasados vivíamos mejor. Hace unas pocas estaciones, los más ancianos de la tribu lo pueden contar, los hombres salíamos a cazar y todo era una fiesta. La preparación de las flechas, lanzas y garrotes, las pinturas rituales, el acecho… Y la alegría de abatir a una gran pieza, como los mamuts, de los cuales nadie ha vuelto a ver ninguno. Cuando llegábamos al poblado, las mujeres y los niños nos recibían con gran alegría y cantaban y danzaban en nuestro honor. Todo lo compartíamos y nadie era más que nadie. El mejor cazador trabajaba para los demás, enseñándonos y corriendo los mayores riesgos. El más fuerte cargaba la pieza a los hombros. El más alegre nos hacía reír a todos. El más locuaz relataba la aventura por la noche alrededor de la hoguera. Todos éramos felices y nadie trabajaba. En esa época, los hombres no trabajábamos, cazábamos, comíamos y gozábamos a nuestras mujeres y ellas a nosotros. Las mujeres, sin embargo, sí trabajaban. Mientras los hombres nos divertíamos en una partida de caza, ellas cuidaban y limpiaban las chozas, alimentaban a los niños, cosían las pieles… Eran las únicas que trabajaban, pero eso les daba valor, y ese valor les era reconocido.

Ahora, desde que llegaron esos extranjeros que nos enseñaron a cultivar el cereal, todo ha cambiado. Ya nada es igual. Y todo ha ido a peor.


Unos acaparadores se adueñaron del terreno y lo cultivaron. La cosecha la guardaron en vasijas de barro cocido y saciaron su hambre, dejando sobrantes, que no quisieron repartir. Armaron a los más brutos, para proteger su cosecha, a cambio de unas migajas de comida. Y como los más brutos suelen ser los más tontos no se dieron a razones. Cuando llegó la estación de los fríos, no quisieron compartir nada, ya que decían que nosotros no habíamos trabajado y lo necesitaban para sus hijos. Pronto olvidaron que mientras ellos cavaban la tierra, nosotros les alimentamos con nuestra caza y no nos importó. Prometimos que nunca lo volveríamos a hacer, pero cuando llegamos con carne fresca, nos apiadamos de su hambre y ellos se ofrecieron a intercambiar unas raciones por su cereal. No nos gustaba esa pasta seca que nos ofrecían, pero hicimos el trato por caridad. Desde entonces empezamos a cazar para ellos y cada cosa empezó a tener su precio. Más tarde nos emplearon en las tareas de cultivo, a cambio de un poco de comida, en los tiempos de escasez.

Ya no hacemos otra cosa, y casi no tenemos tiempo para salir a cazar.

Los acaparadores tienen chozas donde viven junto a sus familias, y nosotros no. Ellos son ricos y nosotros pobres. Los hombres, antes libres, trabajamos ahora como si fuéramos mujeres y las mujeres los prefieren a ellos, porque son ricos, y les ofrecen joyas. Ya no somos iguales. Ya nada es como antes, pero no podemos seguir así. Esto tiene que cambiar. Y va a cambiar, porque nos hemos puesto de acuerdo los desheredados.


Todo está acordado. Entraremos esta noche en sus chozas y los mataremos a todos. No quedará vivo ni un solo acaparador. Tomaremos sus riquezas y a sus mujeres.

Mañana sus hijos serán los que trabajen nuestras tierras.

martes, 16 de septiembre de 2014

Narrativa Gráfica I

Ante todo me considero un amante de la narrativa y, como tal, soy novelista por vocación, pero debo confesar algo. Mi primer amor fue la Narrativa Gráfica, pero me di cuenta de que no reunía las habilidades suficientes para mantener un romance con ella, así que la abandoné. Rompimos nuestra relación pacíficamente, habiendo quedado como amigos con derecho a roce. Mi nueva aventura con la Literatura proviene de remozar un flechazo adolescente, mantenido en segundo plano. Este amor platónico se convirtió en carnal cuando pensé que tenía algo que decir. Desde entonces nos gozamos cada vez que tenemos ocasión.

Como no renuncio a mi primera pasión y a raíz de un anterior artículo en este blog– he decidido dar continuidad a tratar el tema de contar historias a través de secuencias de imágenes, que es la definición de la Narrativa Gráfica. Esta serie de artículos que iré intercalando con otras entradas en mi blog está sacada de un ensayo que escribí hace algunos años, pero que no ha sido publicado, titulado “Pero, ¿esto es Arte?”. Lo que haré pues, será revisar esos textos y adaptarlos para este blog. Espero que haya interesados en el tema, y estoy seguro de que, los que no se lo hayan planteado, descubrirán un mundo nuevo que puede hacerles pasar ratos tan agradables, al menos, como los que les pueden dar la Literatura.


Consideremos la anterior entrada en el blog como una introducción y vayamos al primer tema, titulado:

¿Cómo lo llamamos?

Los países anglosajones han exportado el término “comic”, que se ha adoptado por algunas lenguas, sin debate alguno, por el prestigio de proceder de la Meca actual de la Cultura y la Industria, como son los Estados Unidos, a los que, además, se les considera –erróneamente sostengo yo– inventores del género. La palabra cómic se ha llegado a identificar en nuestras tierras con las narraciones gráficas, a fuerza de vaciarla de su significado originario, que no es otro que “cómico” y, por tanto, no define la materia que tratamos. Bien podría referirse a un tipo de teatro, de cine o incluso de narraciones gráficas, pero resulta inapropiado para englobar obras como La Balada del Mar Salado, de Hugo Pratt o Hellboy, de Mike Mignola, por ejemplo. Pero, además, también está su divergencia con el idioma castellano. Entre nosotros lo más común es que pronunciemos “cómiz” o “cómis”, pues la “k” final es de articulación trabajosa, sobre todo el plural “ks”, y no hay más que fijarse en cómo lo decimos para darnos cuenta de ello. Es decir, la palabra cómic nos resulta advenediza.

Dicho término procede del término inglés “comic-strip”, o tira cómica, por ser esta una de sus manifestaciones pioneras. Además los norteamericanos tienen los comic-books, que es como llaman a un tipo de revistas de historietas, les dicen libros cómicos aunque sean de terror... La narración gráfica como lenguaje en general no puede definirse globalmente como cómica, sin encasillarla injustamente en un género.


¿Por qué no rechina en nuestro idioma la palabra cómic? ¿No será que nuestra cultura minusvalora tanto esta forma de expresión que no le preocupa cómo se llame? Pues me temo que es así y ahí está el quid de la cuestión; con la denominación de cómico aceptamos que no tiene mucha importancia y que nunca podremos tomárnoslo en serio, es algo para niños y carente de pretensiones intelectuales. Los franceses, que lo aprecian más que nosotros, lo llaman “bande dessinée”, o “BD”, que significa tira dibujada y no tira cómica. Al menos esto sí que lo es, aunque algunas estructuras en páginas no mantengan la tipología de tiras dibujadas. Allá ellos. Los italianos, también amantes de este arte, lo llaman “fumetti”, traspasando a la denominación una de sus características más llamativas, como son los bocadillos, que ellos llamanfumetti o humitos. Allá ellos, también. Los portugueses y brasileños suelen decir “quadrinhos”, que se traduce por viñetas. Tampoco está mal, porque también generalizan en el nombre uno de sus elementos llamativos.

Pero no todos han tenido tanto respeto en el bautizo de este lenguaje. A la denominación anglosajona detira cómica debemos sumar que los japoneses lo llaman “manga”, que viene a significar dibujos caprichosos, dibujos irresponsables o simplemente garabatos. Los mexicanos le dicen “monitos”, ¡que ya les vale! Y la denominación original en gran parte de Latinoamérica ha sido tradicionalmente “historietas”, al igual que en España. Aquí, además de historietas, se le ha llamado “tebeo” –homófona de “te veo”, por tanto– palabra que engloba a todas las revistas con el nombre de una de las decanas y más prestigiosas como lo fue el “TBO”. Pero un tebeo, al igual que un comic-book, es una revista  y no el contenido de esa revista.

Queda evidenciado que, por su denominación, es norma extendida de muchas partes del mundo minusvalorar a esos “dibujitos” que se enmarcan en viñetas, destinados a los que no posean una lectura fluida.

Para darle la seriedad que merece, y para entendernos desde ahora, utilizaré el nombre propio, en mayúsculas por tanto, de Narrativa Gráfica, para referirme al Arte y varios nombres comunes para hablar de sus realizaciones: narraciones gráficas, figuraciones narrativas, narraciones dibujadas… y utilizaré el resto de denominaciones para los ejemplos regionales: Comic-EE.UU, BD-Francia, Manga-Japón, Historieta, etc.


Termino este breve, con una recomendación, la cual quiero hacer habitual: El arte de volar, de Antonio Altarriba Ordóñez y Kim –Joaquim Aubert i Puig-Arnau–, publicado por Edicions del Ponen en 2009 y que obtuvo el Premio Nacional de Cómic en 2010. Novela gráfica de carácter intimista en el que se repasa la vida del padre del guionista –Altarriba– a través de recuerdos. El desencadenante es el suicido del protagonista en el año 2001, y el mayor peso del argumento recae sobre el período de guerra e inmediata postguerra, que formaron firmemente su personalidad y cómo ésta acaba en el más puro desencanto, con separación matrimonial incluida. A pesar de este protagonismo no se excluye el primer periodo de su vida desde 1910 a la época de la residencia de ancianos donde traba sus últimas amistades. A pesar de la tragedia que subyace en toda la trama, no se cargan las tintas en sentimentalismos, sino más bien en trazar la experiencia vital que explica la trágica decisión final, con la que paradójicamente comienza una historia marcada por el fracaso y la frustración. Los dibujos muy trabajados y detallistas de Kim –conocido por ser el autor de Martínez el Facha en la revista de humor El Jueves– ambientan a la perfección todo el escenario histórico. Una lectura muy recomendable, incluso para quienes no estén habituados a la Narrativa Gráfica.


martes, 26 de agosto de 2014

Un paso al frente

Indigna, o cuando menos extraña en nuestros días, que una persona de un país democrático –eso al menos se empeñan en hacernos creer– se encuentre en prisión por el mero hecho de escribir y publicar una novela, una obra de ficción. ¿Es posible?

Es una realidad. El teniente Luis Gonzalo Segura sufre esta situación de forma indefinida, y sin ninguna otra circunstancia agravante, por publicar su novela “Un paso al frente”.


Él mismo se excusa en las primeras páginas de no ser un novelista profesional, ya que la literatura es “un arte reservado a muy pocos” y “yo no formo parte de ellos”. Enumera luego una serie de defectos que seguramente tendría su novela debido a su impericia. Después de haberla leído, disculpo todas sus excusas y la recomiendo, ya que consigue crear una trama “ficticia” que, con mucha inteligencia, se va desarrollando a través de una alternancia cronológica  y elipsis argumentales, con el resultado de un producto literario digno. De todas formas, muchos somos los osados que nos hemos atrevido a realizar trabajos literarios sin que nadie nos haya dado licencia y sin graduarnos en ninguna facultad de novelistas. Es el lector –también indocumentado– el único  capaz de calificar su valía con la compra, lectura y crítica de la obra. Y como lector voy a hablar de ella.  Creo que lo importante en esta novela no es lo literario, si no el fondo, el paisaje humano y el retrato de una institución que hace aguas a ojos vista, pero que en el maremágnum de corrupción que nos ahoga, no le prestamos atención. Y deberíamos hacerlo, por la cuenta que nos tiene.

El autor se atrevió a realizar diversas denuncias de índole muy variada, que serían archivadas. Tras comprobar la imposibilidad de encontrar justicia en el mundo militar, se decidió a dar la cara y escribir una novela con un argumento ficticio que ha levantado muchas ampollas. ¿Por qué? Me pregunto yo. Si la ficción es mentira, a nadie debe hacerle daño. Por tanto, el revuelo levantado no puede deberse a otra cosa que a que el trasfondo es verídico, sacando a la vista todo aquello que está a la vista, pero no que estamos viendo.

Uno, que hizo la mili en los albores de la democracia y con un ejército postfranquista que acababa de dar un golpe de estado ­–1981–, observó, pues no se ocultaba a ojos de nadie, muchas de esas corruptelas. Un ejemplo solo: A los pernoctas, es decir a los dormían en sus casas porque hacían la mili en su ciudad, los dejaban salir del cuartel a la una de la tarde, porque la comida era a la una y media y así no comían aquello que sin duda estaba presupuestado. Era vox pópuli que el sargento y el capitán de cocina salientes estrenaban coche ese mes –todos los meses había relevo en estos puestos–. Desde luego que no tengo pruebas de ello ya que la información procedía de radio-macuto, pero no me cabe duda que era un bulo totalmente creíble por todos… Como creíble es de cabo a rabo la novela de Luis Gonzalo a pesar de los personajes abyectos inventados. Y de aviones contratados a países poco fiables, con muchas denuncias previas de mal funcionamiento, que finalmente se estrellan a miles de kilómetros, muriendo más de sesenta militares y no pasa nada. O ataques a una base española en Irak/Afganistán que pocas fechas antes era considerada como no hostil para los habitantes del país, o combates de españoles en un mercado con la masacre de civiles, derribo de helicópteros… Porque sí, señoras y señores, todo esto es ficción, nunca existió, tan solo es producto de la imaginación calenturienta de alguien que conoce el monstruo por dentro y escribe una novela. Como conoce que para ascender de una escala militar a otra se necesita pasar por una academia en la que sólo pueden entrar los hijos de otros militares, que hay coroneles y generales en exceso y alguno de ellos dirige una piscina, que los jueces militares son tenientes que cuando ascienden a capitán deben pasar bajo el mando de las personas a las que podrían haber juzgado, que en las academias militares se hacen “repasos inteligentes” donde se sugieren las preguntas que siempre caen en los exámenes, que en plena crisis se gastan cinco millones de euros en gabardinas que nadie utiliza, que hay machismo y acoso sexual que no se puede denunciar, que existen residencias lujosas, pabellones, clubes y campamentos para el disfrute de unos pocos, que coroneles y generales tienen a su servicio un vehículo militar y dos conductores, a veces dedicados a llevar a su mujer de compras, cuando no es un traslado en helicóptero con el mismo motivo… En fin, una cantidad enorme de mentiras que se ha inventado este teniente para dar brillo a su novela. Yo no me creo ninguna, ni siquiera las que se transmitían en mi época de soldado por la mencionada radio-macuto. Seguro que ustedes tampoco las creen, como no lo hacen las castas de los ejércitos españoles y por eso apresan a quien se atreve a imaginarlas.

A algunos les molesta que se generalice con el calificativo de castas pero, al menos en el ámbito militar, no me cabe la menor duda de que existen. La macrocefalia que dirige al ejército constituye una exclusiva y privilegiada casta cerrada. Al igual que casta también es un partido político –dos con nuestro bipartidismo– cuando se da un caso de corrupción –llamémosle Bárcenas, Gürtel o “EREs”– y la militancia no repudia desde el momento de la sospecha a los implicados, sin esperar a que prueben su inocencia. Con el descargo del “jefe” esa militancia honrada está declarando su pertenencia a esa casta, de la que esperan privilegios futuros. Porque la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino parecerlo. Recuerdo que hace años un político dimitió –Demetrio Madrid, expresidente de Castilla y León– en cuanto se puso en duda su honradez. Honradez que más tarde llegaría a demostrar no estando ya en el cargo, algo tan inaudito hoy en día, como elogiable. En los tiempos actuales no vale otro comportamiento.

Muchas veces, en manifestaciones contra los recortes he escuchados comentarios en el sentido de “esto para qué sirve, si todo va a seguir igual”. Y no, estoy seguro de que para algo ha servido, pero mucho más sirve nuestro voto, y se acercan elecciones. El Sistema D’Hondt es muy injusto, pues privilegia a los más votados, pero en sí mismo es una gran trampa para el mismo sistema si los más votados dejan de ser los mismos.

En nuestras manos está hacer algo y demostrar a las castas que hemos apostado por la regeneración, en contra de perpetuar la corrupción. Pero debemos darnos prisa, ya que están parcheando el sistema electoral con medidas como que el partido más votado designe al alcalde, aunque saque mayoría simple, es decir, para que gobierne en minoría. La casta no se avergüenza de hacer leyes ad hoc, siempre que les favorezcan, como no se avergonzaron de reformar la Constitución si beneficiaba a los medios financieros, que son los que de verdad mandan en ellos.


Concluyo con mi felicitación al teniente Luis Gonzalo Segura por ser un valiente, me siento muy orgulloso de personas como usted por haber dado un paso al frente. Merece, y recibirá sin duda, mejor recuerdo que aquellos que lo han encerrado en prisión. Un país progresa con personas como usted y se hunde en la miseria con aquellos que ocultan sus vergüenzas con argumentos espurios sobre glorias nacionales. La Historia sabe reconocer a sus héroes.

sábado, 16 de agosto de 2014

Las piedras en el camino del escritor novel (confesiones inconfesables)

Cualquiera puede ser escritor. Basta con redactar y pasar a un soporte –papel, ordenador…– una serie de palabras coherentes que tengan sentido... O que no lo tengan. Pero hay que tener la cara muy dura para atreverse a hacerlo. Sin ser osado y temerario no se puede poner una obra a disponibilidad de todo el mundo. Pero, claro, el ego a prueba de críticas no es suficiente, se necesita poseer una calidad y despertar un interés que dé respuesta a las demandas del lector, el cual nunca jamás es un tonto ni un gilipollas, pues estas “especies” humanas no leen.

Basándonos simplemente en el ego del escritor tenemos mesnadas de autores que pretenden publicar y que se asombran cuando sus libros no son demandados por cientos o miles de lectores. Allá cada uno con sus neuras. El problema está en quién filtra todo ese producto realizado por ególatras que se creen –nos creemos– a la altura, cuando no por encima, de Cervantes.


El sistema editorial debería facilitar a los lectores las obras que de verdad merecen la pena. Pero algo no funciona. La oferta es extensísima y la calidad se pierde escondida en mares de publicaciones que nunca deberían haber salido del cajón de sus autores.

En otros países –aquí no, desde luego– funcionan las editoriales. Éstas se encargan de seleccionar los manuscritos recibidos y, en orden a su calidad, proponer su publicación, apoyándoles con toda su potencialidad: número elevado de ejemplares, amplia distribución, publicidad, crítica constructiva… Es una apuesta y, si han elegido bien, la ganarán seguro.

En España las editoriales grandes tienen claro que, en primer lugar, son una empresa comercial y se engañan pensando que la calidad no tiene más importancia que la portada del libro. Así únicamente apuestan por ventas seguras, publicando obras de personas conocidas, ya sean personajes televisivos –Belén Esteban, las recetas de Master Chef, Entrena con Elsa Pataki, Mario Conde…–, o incluso escritores, siempre que sean mediáticos –Boris Izaguirre, Risto Megide…–. Cuando reciben manuscritos de gente anónima, que los reciben a miles, raramente apuestan por uno.

Esto me frustró en un principio, pues yo traté que una editorial grande publicara mi primera novela. La consecuencia fue la decepción. Pensé que no tenía calidad, y que nadie estaría interesado en leerla, o más bien en comprarla. Lo mismo me ocurrió con mi segunda novela. Nueva decepción. Yo, que no tengo el ego subido y que necesito ponerme tacones para que mi ego esté un poco más alto, pensé que mi potencialidad de escritor era un espejismo. Pero entonces, ¿por qué estas editoriales no sacan autores nuevos? Si reciben miles de manuscritos, ¿por qué no apuestan con toda su artillería por alguien que tenga calidad? Mi conclusión es que la denominada “calidad literaria” se las trae al pairo, no les interesa, ni quieren saber lo que es. Ellos están para consolidar y agrandar empresas mediáticas, no para valorar si fulanito escribe mejor que menganito. Y se equivocan, pues no están cultivando generaciones de lectores, que serían los que mantendrían firme su “negocio” por los siglos de los siglos. Al fin, los libros que venden no son leídos, tan solo adornan estanterías, colocadas al lado de las televisiones que dan los programas basura. BASURA, me reafirmo, aunque a los profesionales “periolistos” les incomode la justa denominación de lo que hacen.

Otra salida para un escritor novel serían los premios literarios, si estos premios premiaran la valía, por supuesto. La realidad es que estos premios los dotan las mismas grandes editoriales, las cuales necesitan rentabilizar su desembolso, nuevamente con caras conocidas, generalmente televisivas, ¡qué casualidad! No me cuesta ningún trabajo creerme el rumor extendido de que cierto premio de mucho renombre encargue a un autor una novela para premiársela. ¿Por qué será que esto resulta tan creíble? España es el país de la picaresca y la golfería, por culpa nuestra, claro.

Advierto que estoy generalizando, que es algo injusto, pues da la apariencia de que lo mayoritario es lo único, y no. Hay editoriales con un empeño honrado en editar calidad y en premiar valores literarios. Lo difícil es encontrarlas, o que ellas te encuentren a ti. El día en que estas editoriales sean mayoría, habremos dado la vuelta a la tortilla y la generalización será totalmente positiva. Hoy por hoy, no.

A alguien que tenga el suficiente envanecimiento como para querer publicar un libro, hablemos de una novela que es mi caso, tan sólo le quedan dos caminos, que yo personalmente ya he transitado. La autoedición y las editoriales pequeñas o para autores noveles.

Libro en el que he realizado labores de editor y que contiene tres microrrelatos míos.

En cuanto a la autoedición, es sencillo registrar una obra, solicitar y pagar un ISBN y un Depósito Legal, y es barato llevarlo a una imprenta, teniendo lucrativas ganancias, si lograses vender algo, que nunca es el caso. Bien, ya tienes tu publicación, pero sin una buena distribución, más bien sin una distribución, no tienes nada. Patéate las librerías que quieras y déjales en depósito tu librito, para más tarde pasar a recogerlo sin vender uno solo. Únicamente amigos y parientes, por la novedad, te comprarán directamente algún ejemplar. Una variante de autoedición más accesible consiste en la impresión bajo demanda de compra, que es como publiqué mi primera novela. Hay editoriales en Internet que te facilitan toda la tarea, por ejemplo Bubok o Lulu. Tú mismo te corriges, maquetas el libro y te diseñas la portada  –la editorial también te ofrece estos servicios, pero el precio es prohibitivo– y lo subes a la red, desde donde teóricamente el lector encarga la impresión de un ejemplar, que le remiten a su domicilio, o se descarga la versión digital como e-book. Pero, ¿dónde está el potencial lector-comprador? Es una quimera, no existe. Nadie se recorre las redes, buscando algo interesante que comprar, y si lo encuentra por casualidad porque lo publicitas, no se arriesgará, pues no sabe quién eres ni qué escribes. Nuevamente, si no te lo compra un amigo o familiar olvídate de vender nada.

Portada de mi primera novela. Bubok Publishing S.L.

Yo respeto la autoedición, porque el concepto en sí no quita calidad al resultado y, si alguien publica algo que merece la pena, da igual cómo lo ponga en el mercado. Tan sólo es una apuesta comercial. Aquí el problema es la criba que debería de hacer una crítica especializada, y esa no existe. Hay blogs literarios de críticos indocumentados –generalmente chicas jovencitas con páginas webs edulcoradas de color rosa– que si les remites un ejemplar te lo elogian y ya está. Esto no sirve para nada, más que para pinchar un enlace en tu Facebook, y que tus amigos lo vean.

Las editoriales pequeñas o, más bien, las editoriales que publican a noveles, abundan como hongos en el campo. Como son tantas, su competencia por captar autores les lleva a hacer incluso ofertas tipo Carrefour del tres por dos. En una o dos semanas te dan una respuesta sobre el manuscrito que les envías… Sí, eso quiere decir, hablando en castellano antiguo, que no se lo leen. Al menos las editoriales grandes te responden en tres, seis u ocho meses, que es el tiempo que utilizan para decirte que les ha gustado tu novela pero que los planes editoriales para los próximos meses los tienen ya completos. Como las editoriales que publican a noveles –aquí vuelvo a recordar que estoy usando la injusta generalización– te abren los brazos, tú puedes incluso elegir la que te parezca más atractiva. Si no estás sobrado de dinero, eliges la que no te haga pagarle nada, tanto de corrección, como de diseño de portada, maquetación, o imprenta. Su negocio consiste en hacerte una tirada pequeña y en que tú les vendas a tus amigos los ejemplares suficientes como para pagarles la edición, que normalmente suele conseguirse, gracias al margen comercial con el que actúan. Todo lo que exceda este mínimo son ganancias para ellas, porque no hacen más desembolso. Estas editoriales te brindan la gran ventaja de la distribución a nivel nacional. Claro, que esto consiste en que la distribuidora ofrece la novela de un desconocido a través de un catálogo a las librerías y que ninguna de estas librerías la va a solicitar y mucho menos la va a poner encima del mostrador o en el escaparate. Por lo que ahí te quedas. Nada más te proporciona la editorial. Te deja solo. Te toca a ti organizarte una presentación en tu ciudad, o todas las que puedas si tienes posibilidad de viajar, y vender dos o tres ejemplares en cada una. Confías en que el boca a boca funcione y salir del anonimato pues, en teoría, tu edición puede alcanzar miles de ejemplares, si tiene demanda. Puedes participar en ferias, realizar firmas de ejemplares y acabarás con un par de centenares de libros vendidos que, al 10% de derechos de autor, te dejan los euros justos para darte una cena en un buen restaurante, si acaso no lo gastaste antes en promocionar tu novela con un booktrailer, banner en páginas web, viajes a librerías de otras ciudades, creación de tu propia página web, etc. Darás gracias si te puedes tomar unas cañas con las ganancias y no tienes que arrimar algún euro.


Luego está la incomprensión de los medios literarios “oficiales” de tu localidad, que te verán como un advenedizo, un osado que quiere hacerles sombra, sin ser nadie. Que te miran por encima del hombro. Que se ríen de ti sin ni siquiera haberte leído y valorado. Que no comprenden que un novelista tan sólo es un fabricante de entretenimiento que se vende.

En fin, estas son mis miserias. Espero que nadie se haya visto reflejado negativamente en ellas, pues en nadie con nombre y apellidos he pensado al escribirlas. Tan sólo era un desahogo, plagado de sinceridad. Confío en que, al ser agosto, pocos lean este artículo de mi blog y así pase lo más desapercibido posible. Cuando sea rico y famoso, negaré haberlo escrito.

A pesar de todo yo creo que tengo en mi haber dos novelas dignas, así al menos me llegan las referencias de los que las han leído. No puedo estar más satisfecho. Oye, ¿tú no las tienes? Cómpralas, que te van a gustar. Te dejo los enlaces:




martes, 29 de julio de 2014

Narrativa Gráfica

Considero que las artes se pueden agrupar según sus finalidades. No quiero teorizar, tan sólo realizar un preámbulo al tema que voy a tratar. Hay unas artes plásticas o estéticas, que lanzan un mensaje inmediato provocando sensaciones y generando debates intelectuales. Entre ellas están la pintura o la escultura. Hay unas artes prácticas, que se encargan de expresar emociones con los elementos materiales que nos rodean, como la arquitectura o el diseño. Y existen unas artes llamémoslas literarias, cuyo fin es el relato de una historia. En esta categoría tenemos a la propia literatura, más el cine, el teatro y la narrativa gráfica.

Bien es verdad que este esquema tan sólo es una simplificación que no lo incluye todo, ni lo pretende, pues esta es la grandeza del arte, que tiene sentido por sí mismo y no se puede encorsetar en una clasificación. Por ejemplo, la poesía es literaria, pero tiene unos fines estéticos similares a la pintura. A pesar de ello, el esquema anterior me sirve para situar a la narrativa gráfica, dentro de las artes literarias, pues pretende ante todo narrar una historia, empleando para ello una sucesión de imágenes estáticas, con sentido acumulativo que van desarrollando un argumento.


Ya nadie discute su valor artístico, pero su temprana decantación por realizar creaciones infantiles la ha situado al margen de la cultura, considerándose hasta hoy en día como un arte menor, cuando menos. Pero sus potenciales son sorprendentes y tiene ya una serie realizaciones tan bellas e intelectualmente elevadas que ya no me avergüenza, como hace pocos años hacía, el hecho de confesar que soy un amante de esta forma de expresión.

The Yellow Kid and His New Phonograph. 1896.

El discurso oficial dice que este lenguaje artístico nació en 1896 en la prensa norteamericana como comic strip -tira cómica-, y que de ahí pasó a los cuadernillos de un formato peculiar denominados comic books -libros cómicos-, conformándose así su infantilización. Estos cuadernillos se popularizaron con las aventuras de unos empijamados superhéroes. Más tarde el Underground la elevó a literatura para adultos, pasando por publicaciones pornográficas y terminando por llegar a la libertad creativa que ofrecen las novelas gráficas. El manga es un mundo aparte, que bebió de la “invención occidental” y ha tenido un desarrollo propio, superando en producción a toda la industria occidental.

Bien, pues esta síntesis de su historia parte de una gran mentira, por mucho que así lo recojan los estudios especializados.

Como es un tema que me interesa y me apasiona, lo trataré a partir de ahora en este blog y tendremos tiempo de deshacer malentendidos y errores de gran calado. En esta primera toma de contacto tan sólo haré unos apuntes llamativos.

Para hacer evidente mi tesis sobre la antigüedad de este arte narrativo gráfico, me ha de bastar un solo ejemplo, ya abundaremos más tarde en otros.

El pecado original. Biblia de Alba. Siglo XV.

Repasemos brevemente en qué consiste este lenguaje. Una sola imagen, normalmente recuadrada en una viñeta, nos ofrece una unidad temporal o secuencia que no es instantánea. No es una foto fija, sino que abarca un periodo de tiempo más o menos extenso, ya que en ella ocurren cosas mientras la recorremos con la vista, como diálogos entre personajes o movimientos argumentales, que necesitan su tiempo: Unos pocos segundos (alguien corriendo), minutos (diálogos) u horas (un personaje durmiendo).

Pero una imagen aislada no es una narración gráfica, es una ilustración. Para narrar gráficamente es precisa la sucesión de imágenes, normalmente con un avance cronológico de la acción. Entones se le pide al lector que colabore, relacionando una imagen con la siguiente y asumiendo el espacio o tiempo transcurrido entre una y otra, que se ha elidido.

Esta tira es mía. Pertenece a la serie "Hace la tira", publicada en avilabierta.es

Disponer una serie de secuencias fijas, es la forma de narrar que tiene este lenguaje, el cual se puede enriquecer con añadidos. El más importante es la palabra escrita, encerrada en carteles, o en “bocadillos”, para indicar la voz del narrador, o de los personajes. Otra forma de palabra escrita son las onomatopeyas, que expresan los sonidos de forma contundente, con presencia “física” al lado de los personajes.

Finalizo con una recomendación, que desmiente palpablemente su encasillamiento en “literatura juvenil superficial”. Una de las últimas obras que he leído se titula “He visto ballenas” de Javier de Isusi, publicado por Astiberri, que muestra una visión clarificadora en el momento actual del denominado “conflicto vasco” o terrorismo de ETA. Centrándose en tres personajes, Isusi realiza una revisión de cuatro décadas de nuestra historia más cercana, narrando escenas significativas de la vida de los protagonistas y realizando elipsis argumentales que expresan más de lo que callan. Todo ello provoca en el lector una reflexión lúcida, sin manipulación, ni dogmatismos.



jueves, 10 de julio de 2014

Números cósmicos

Es verano y, en sintonía con ello, tratemos temas intranscendentes, que suelen ser los más trascendentes de todos los temas.

¿Existe vida extraterrestre? ¿Están aquí? ¿Estoy chiflado?

Por favor, juzgadme al final, no ahora, que de entrada diré cosas aparentemente absurdas, como que pretendo demostrar sin género de duda que es imposible que no exista vida extraterrestre y que suelo desplazarme, literalmente, a velocidades muy superiores a las del sonido. ¿Qué no? No hay más que echar mano de las matemáticas… Advierto que soy de letras.


Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene cerca de 500.000.000.000 de estrellas (sé que estos números de muchos ceros pueden escribirse multiplicando la unidad por 10 elevado a la “n” potencia, o bien con letras [quinientos mil millones, etc.], pero pretendo desarrollar las cifras con todos sus ceros, para que la demostración sea más gráfica).

Existen alrededor de 100.000.000.000 de galaxias en el Universo y cada una contiene aproximadamente 1.000.000.000 de estrellas. Hagamos la cuenta del número de galaxias por el número de estrellas y tendremos 100.000.000.000.000.000.000 estrellas en el Universo. Con una media de 10 planetas por cada estrella, tendremos 1.000.000.000.000.000.000.000 planetas.

O sea, mil trillones de planetas, ¿y sólo uno habitado? ¿No está el Universo hecho de la misma materia? ¿No está demostrado que la vida puede viajar en meteoritos? Si la vida en La Tierra fue “sembrada” por un meteorito –teoría panespérmica–, ¿qué es más probable? ¿Que en tal cantidad de planetas haya otro “sembrado” o que no haya ninguno más que el nuestro? Para mí no hay duda, es impensable, e imposible, que seamos algo único en mil trillones de posibilidades.

Vale, ahora viene lo de las distancias. Si tardamos casi un año en llegar a Marte, ¿cómo va a llegar a La Tierra una nave extraterrestre que partirá de una distancia de años luz?

Apunte al margen: Velocidad de la luz: 300.000 km/s –299.792,25 para ser precisos–. Año-luz es la distancia recorrida en un año a la velocidad de  300.000 km por segundo, distancia imposible de recorrer para nosotros… Todavía.

La miopía científica nos hace creer que lo que no se vislumbra como posible no puede existir, pero, pongamos un ejemplo, ¿qué pensaría el padre del racionalismo, Descartes, si alguien le dijera que una persona situada delante de un cuadro colgado en la pared puede hablar con la imagen y ésta le puede responder y que con una varita mágica puede cambiar esa pintura por una escena de animales en movimiento? ¿Imposible? Para el siglo XVII desde luego, pero no para el nuestro, que en una pantalla de plasma podemos pasar de una videoconferencia a ver un documental de animales con un mando a distancia. No es que no podamos movernos a velocidades superiores a la de la luz, sino que no tenemos esa tecnología… Aún.

Reflexionemos al respecto. La argumentación aportada es que un hombre no puede superar tres veces la velocidad del sonido, o “march3”, porque perdería el conocimiento. ¿Seguro?
Visionemos algunas cifras más.

Velocidad del sonido: 331,8 m/s en el aire a 0º C –una media de 340 m/s–. Velocidad orbital de La Tierra (sí, regresemos al cole, La Tierra tiene dos movimiento, rotación y traslación): 29.500 m/s. Distancia media entre La Tierra y el Sol: 149.600.000 km,  pero La Tierra realiza una elipse alrededor del Sol de 930.000.000 km, en tan solo 365 días. Es decir que recorre una distancia de 2.547.945 km al día, 106.164 km/h, 1.769 km/minuto, 29,50 km/s, 29.500 m/s, y nosotros vamos en ese bólido sin despeinarnos.

Conclusiones, la velocidad del sonido es 340 m/s y nosotros viajamos en la Tierra a 29.500 m/s, o sea, que no vamos a march3, sino a march90. Pero eso no es todo, porque el Sol también se está moviendo –entre 30 y 50 km/s– dentro de la Galaxia, la cual, a su vez, se mueve en el Universo... Eppur si muove.

Una persona, tomando el sol sobre una toalla en una playa en este mes de julio, está viajando por el espacio a casi noventa veces la velocidad del sonido –exactamente  86,76 veces más rápido–, sin contar con la velocidad en que el sistema solar se mueve en la Vía Láctea y ésta en el Universo. ¡Y al tipo de la toalla ni se le agita el vello de sus peludas piernas! –siento traer esta imagen a vuestras mentes, pero no me atreví con el ejemplo femenino.

Es posible que en mis números tenga alguna pequeña imprecisión, o error de cálculo, advertí que soy de letras –ante lo cual pido disculpas y estoy dispuesto a corregir–, pero a grandes rasgos son correctos y fácilmente comprobables.

Si cotidianamente superamos así la velocidad del sonido, ¿quién puede seguir manteniendo que no podríamos superar la velocidad de la luz, para desplazarnos a un mundo habitado lejano? ¿Quién puede seguir manteniendo que alguien de un mundo alejado no puede llegar al nuestro? ¿La solución no sería cambiar la aceleración mecánica basada en el empuje, por otro tipo más integral de aceleración? ¿Y si nos paramos nosotros en el Universo, de forma teórica claro, mientras que lo que hay alrededor sigue su camino? ¿No estaríamos viajando a velocidades astronómicas? ¿Dónde está el límite de velocidad a que puede viajar un ser humano? ¿Qué zonas de la Vía Láctea podríamos visitar? ¿Y de otras galaxias? ¿Qué sabemos de la curvatura del espacio? ¿Y los agujeros de gusano? ¿Existen otras dimensiones? ¿Y otros universos?

Con la posibilidad cierta de que existan numerosísimos mundos habitados –pensemos por lo bajo en unos cuantos millones–, y algunos mucho más adelantados que nosotros, ¿no existe ninguno que posea esas tecnologías de desplazamiento interestelares?

Para concluir, disolvamos la última objeción, ¿si ya están aquí por qué no han contactado?

Si nos visitan es que están más evolucionados, por supuesto, y si están más evolucionados no quieren interferir en nuestro desarrollo cultural. Nosotros con la perspectiva histórica de pocos cientos de años podemos comprender lo que ocurrió con las culturas precolombinas tras nuestra “visita”, o con las culturas celtas luego de la invasión romana: Desparecieron. No es ninguna incongruencia que nos dejen evolucionar hacia nuestro propio destino, sobre todo cuando no podemos aportarles nada a ellos y su contacto a nosotros nos destruiría.


¿Por qué cerramos los ojos a la evidencia? Existen todo tipo de testimonios de avistamiento de naves tripuladas (descartando a los frikis), existen numerosas evidencias a lo largo y ancho del mundo y de la Historia: Estamos siendo visitados, desde la Prehistoria, por seres extraterrestres, a cuya génesis pertenecemos por pura lógica.

Lo sé, si no estoy chiflado, lo parece. Pero quien no esté de acuerdo que me lo rebata científicamente, que se deje de insultos fáciles. ¡Ah! Y yo no he visto un ovni en mi vida.