lunes, 15 de junio de 2015

Las ruedas de molino

Tal vez lo que voy a contar sea algo subjetivo que me atañe únicamente a mí, que no comparta nadie más, pero es por eso que necesito decirlo en voz alta.

A veces nos lanzan asertos que hay que aceptar porque sí, porque son verdades ciertas y evidentes, las cuales me rechinan personalmente y, reflexionando un poco sobre ellas, me doy cuenta de que son mentiras. Si recapacito un poco más descubro que son mentiras intencionadas. Es lo que comúnmente se dice como que nos hacen comulgar con ruedas de molino. Para no hacerlo prolijo, explicaré alguna de estas hostias pétreas, sin profundizar demasiado. 

La primera, no será la más importante, pero sí es una que me hace mucho daño aceptar, tal vez porque soy susceptible. Dicen voces ocultas que en este país estamos mal acostumbrados y que vemos corriente el comprar, adquirir, la vivienda habitual, cuando lo normal sería alquilarla, como hacen en la mayoría de los países del extranjero. La compra es una tendencia que deberíamos erradicar cuanto antes para ir en la buena dirección.


Lo dicho, no puedo escucharlo, sin que se me revuelvan las tripas. ¿Quieren decir que la propiedad privada no es un bien generalizable? ¿Que debe existir una casta de propietarios capitalistas que nos arriende el lugar donde vivimos? ¿Que los pobres debemos vivir de prestado durante toda nuestra vida?

No sé por qué razón, aunque la intuyo, nos quieren inculcar que las clases trabajadoras no podemos poseer, ya no los medios de producción, sino siquiera la vivienda que habitamos. ¿También nos dirán después que debemos alquilar el automóvil?

Entiendo que una persona joven, sin un trabajo establecido definitivamente, o un estudiante en una ciudad que no es la suya, alquile su lugar de habitación, pero no me entra en la cabeza, que un padre de familia no pueda tomar posesión de las cuatro paredes que habita. ¿La propiedad privada es exclusiva de la casta? O acaso es que no nos quieren arraigados territorialmente, para que estemos disponibles como mano de obra móvil, que debe habitar de forma transhumante allí donde le oferten trabajo. ¿Qué tipo de esclavitud nos exige el capitalismo?

Todo ser humano tiene el derecho a una vivienda digna, y los estados deben garantizar ese derecho a un precio que sea asequible para él, de acuerdo a sus recursos. Yo, particularmente lucharé lo que me reste de vida, para que derechos como éste sean respetados. Y también por otros más importantes que tampoco se están garantizando, como la alimentación equilibrada de los niños, el trabajo dignamente retribuido y el vestido decoroso, además de la sanidad universal y la educación pública. El Estado que no garantice estos derechos primarios, estará subvirtiendo el pacto social que posibilita la convivencia. Algo gravísimo.


Otros ejemplos de índole diferente, que nos intentan hacer pasar como verdades incuestionables, y que pongo como ejemplo, tienen los siguientes enunciados: hay que fomentar la natalidad y todo el mundo debe hablar inglés.

¿En un planeta de siete mil millones de habitantes hay que fomentar la natalidad? ¿Pero, nos hemos vuelto locos? El impacto del ser humano en el medio ambiente es bestial, estamos acabando con la facultad regeneradora de la naturaleza, por el exceso de basuras, por la pesca intensiva, por los cultivos esquilmadores, por los deshechos industriales, por la contaminación, por la caza y ganadería que disminuyen la biodiversidad y condenando, además, a parte de esa humanidad a la miseria y el hambre. Si la población de Europa está envejecida, la de África es muy joven. Entonces el problema no es que haya pocos nacimientos, sino que están mal repartidos, al igual que la riqueza.

Tampoco es necesaria la mano de obra nueva para que funcione la industria, ya que el paro es bestial. El problema no está en que existan pocos nacimientos, sino en la injusticia del reparto de la riqueza del mundo. ¿Por qué han de trabajar los viejos, mientras a los jóvenes les alargamos el periodo estudiantil y los abocamos al paro? La única solución es que las empresas, que cada vez tienen menos mano de obra por la mecanización, en lugar de enriquecer a empresarios soberbios, contribuyan a la justicia social a través de impuestos. Y si no lo aceptan, nos estarán robando a todos, pues todos nacimos desnudos y el acaparar es latrocinio. La prueba es que existen demasiados ricos acaparadores, que se lavan la conciencia con donaciones caritativas, mientras explotan en trabajo de niños en el tercer mundo.


En cuanto al tema del Inglés, es algo recurrente en este blog, y puede seguirse en las entradas con la etiqueta “Defensa del Castellano”. En primer lugar me apena que la lengua internacional no sea el Esperanto o el mismo Latín, pero una vez que hemos hecho del idioma de Shakespeare el lenguaje internacional, ¿por qué tenemos que hablarlo todos para no ser unos paletos?

Defiendo el derecho a que todo el que quiera pueda aprenderlo y usarlo, ver películas en versión original o leer textos en inglés. Es lógico que aquellos que lo necesiten profesionalmente lo estudien. Pero intentar hacer bilingüe a todo el país no puede traer otro resultado que enterrar a la lengua de Cervantes, consiguiendo que sea una lengua muerta, sólo estudiada por los filólogos.

Si alcanzamos un país auténticamente bilingüe, el siguiente paso es dejar la lengua materna para asuntos domésticos y, en pocas generaciones, comprenderíamos su inutilidad, dejando de usarla. Panorama para mí negro, pero distopía lógica con el devenir de los acontecimientos. Y ya llevamos mucho camino recorrido. Aunque algunos no se den cuenta están dejando de utilizar palabras castizas, para usar su equivalente inglesa: ránin (perdonad la castellanización) por correr, jol por zaguán, coach por entrenador, yim por gimnasio… Y encima las escriben in Inglés, haciendo incoherente la escritura de su idioma. ¿Existe límite? ¿Pararemos antes de que no haya vuelta atrás? ¿Qué nos harán decir en lugar de “cojones”?

Un par de patatas, evidentemente

Los angloparlantes se recorren el mundo con la seguridad de que todos tienen la obligación de enterderlos, pero vete tú a Londres y háblales en Castellano. Te mirarán con desprecio, con el mismo que ponen si, en un comercio de nuestro país, el dependiente les responde con un charro: “¿lo qué?”.


Lo dejo, que me caliento. Éstas no son las únicas, nos están haciendo tragar más ruedas de molino, y la única solución es la concienciación y darles una patada en las patatas.

3 comentarios:

  1. Me gusta que rompas una lanza en favor de la propiedad de la vivienda. Es un ingrediente, debería ser un derecho básico: un sitio donde volver, de donde no te puedan echar, un sitio donde poder guardar los recuerdos materiales de la vida, fotos, libros instrumentos, muebles.., un sitio donde tener vecinos y donde poder protestar de lo que se hace, en tu calle, en tu barrio. Si uno es un arrendatario ambulante, ni se implica, ni los vecinos tampoco le suelen tomar en serio si pide o protesta por algo.
    Yo he tenido que mudarme tantas veces porque se acababa un trabajo y no tenía sentido permanecer, si quiera unos días descansando, que había que recoger todo por no seguir pagando alquiler en vano. Si es una frase hecha: mi casa (dicho con propiedad)

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  2. y comentó más: desgraciadamente estamos haciendo o dejando que el mundo social se haga de esta manera: fábricas en Asia, turismo cultural en Europa agricultura en América. y las mujeres del tercer mundo nunca tendrán un trabajo remunerado que les de la dignidad para permitirse controlar la natalidad. ¿Cuánto porcentaje de africanas trabajan o trabajarán en este siglo remuneradamente? Pues todas las demás están condenadas a extender geométricamente la progresión de la plaga humana.

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    1. Es que estamos manipulados, no me cabe la menor duda. En lugar de preocuparnos por los temas serios, como la superpoblación, el deterioro de la naturaleza o, por qué no, la destrucción sistemática de nuestro idioma, el sistema capitalista nos venda los ojos y trata de que únicamente seamos útiles a sus intereses, es decir que sirvamos los intereses de los acaparadores.

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