miércoles, 16 de diciembre de 2015

Somos silencio

¿Sabremos sobrevivir al
Oxidado silencio
Y a la soledad ferrosa?

Solo somos silencio,
Incierto, inesperado.
Lentamente languidecen las luces
En el enclave
Nocturno.
Con congoja,
Iniciamos inexplicables
Omisiones. Olvidos.

Y, a pesar de saberlo,
Seguiremos silenciosos, solos,
Obviando a quienes nos rodean,
Los cuales habrían de ser la luz refulgente
En nuestro vagar mundano; pero
Después de relegarlos en vida
Acudirán el último día, con el propósito
De llevar flores a nuestro sepelio.
Entonces, y solo en la muerte,
Seremos conscientes de no haber vivido.

Hay personas que no leen poesía por diversas razones. Creo que la principal de ellas es que no la entienden, que no sacan nada en claro y, como no pueden disfrutarla, la dejan de lado. Yo también he encontrado poetas a los que no entiendo y no sé el motivo. O es que no los alcanzo o es que no tienen nada que alcanzar. Daré en todo caso el beneficio de la duda, haciendo evidente con ello mi ignorancia. Yo no me considero poeta, pero es por respeto, ya que veo la poesía como el ejercicio literario más elevado, que concentra en pocas palabras mucho significado, muchas referencias y la belleza intrínseca del lenguaje, de su ritmo y de los sonidos.

Somos silencio.

Dos palabras, el título de un poema, un tema para meditar, pero que poca cosa nos dice, así que leamos. La primera estrofa, de tres breves versos hace una pregunta: ¿sabremos sobrevivir al silencio y a la soledad? Los sustantivos llevan epítetos, oxidado, ferrosa, que nos dejan la lengua con sabor desagradable, metálico y arenoso. Además de la obsesiva presencia del sonido silbante “ese” en prácticamente todas las palabras.

La segunda estrofa expresa asertos, afirmaciones que explican que nosotros, entiéndase los seres humanos, somos silencio, un silencio que nos asalta de repente, inesperado. Le sigue la imagen de la noche, donde se apagan, o languidecen las luces y donde, otra vez nosotros, comenzamos a olvidar. Es decir los seres humanos estamos solos y silenciosos en una noche que nos llega de pronto, donde todo se apaga y nosotros olvidamos. Metáfora de la vida.

Y de ello somos conscientes, “…a pesar de saberlo…”, seguiremos olvidando mientras vivamos. ¿A quién olvidamos? Pues a los que nos rodean. Es decir nuestro silencio vivencial es consciente y voluntario. Nos aislamos de los que nos rodean, los cuales habrían de ser luz que nos ayudase a atravesar el mundo de tinieblas que es la existencia, pero en este camino a ciegas no queremos a nadie al lado. Tan solo aparecerán en nuestra muerte, cuando ya no hay marcha atrás, para lamentar que dejaron de tenernos. Si en el instante de abandonar la vida conserváramos un hálito de razonamiento, nos daríamos cuenta de que no hemos vivido, ya que hemos pasado nuestra existencia de espaldas a los demás. En silencio. Solos.

Se trata además de un acróstico, donde la primera letra de cada verso debería formar un nombre propio, pero en lugar de eso construye un verso más para el poema: “Soy silencio y soledades”. Traduce a primera persona, “soy”, el “somos” del título, haciéndolo más privativo, y complementa el “silencio” con “soledades”, en lugar de “soledad”. El plural da un giro nuevo al sentido del poema, ya que no somos soledad, sino soledades; es decir, para que nuestra vida sean soledades es necesario intercalar cada soledad con otra cosa, obviamente contraria a estar solo. Así la existencia es un recuento de soledades alternas, porque no sabemos, o no queremos, huir de ellas.

Las letras que inician la primera estrofa recalcan el “soy”. Las que inician la segunda explican qué soy: “silencio”. Esta estrofa nuclear es la más importante y está remarcada con el hecho de que en cada verso todas las palabras comienzan con la misma letra, extendiendo el acróstico. La última estrofa da la nota filosófica con la palabra “soledades”, palabra muy lírica abordada por poetas como Antonio Machado, Lope de Vega, Benedetti...

Yo no sé si todo lector llegará a estas conclusiones con la lectura de mi poema, pero estos han sido los mimbres con los que lo he urdido. Acepto cualquier otra interpretación, desde luego, ya que la labor del escritor concluye cuando publica, y es el lector el que le da su auténtico sentido con la lectura. Seguro que con una nueva lectura le encontraréis nuevos matices y podréis hasta contradecirme, posiblemente con razón.

Este poema es el que me seleccionó la Chiado Editorial para su antología y que yo deseaba compartir en mi blog. Espero que os guste y que le deis sentido leyéndolo.


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